En la actualidad internacional las organizaciones no tienen margen para la complacencia. Deben atender la exigencia organizacional como principio para sus legítimas actividades, operaciones y objetivos. Tampoco tienen márgenes para enfoques aleatorios de cumplimiento porque esto conlleva vulnerabilidades y riesgos importantes que van aumentando exponencialmente a medida que la empresa crece, se desarrolla y expone a sus miembros a nuevas regulaciones, normatividad y obligaciones legales.

Cumplir con leyes, normas y regulaciones no es marcar una simple casilla. Es el resultado de una cultura profundamente arraigada de integridad y buena ética en la organización. Cumplir es un auténtico comportamiento y actitud en congruencia con las personas que trabajan en ella.

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